lunes, 14 de noviembre de 2011

De ser a estar



Ayer por primera vez en veintinueve años entendí la vida. No hablo de amor, no hablo de decepción, no hablo de injusticia, no hablo de lo que conlleva estar vivo, hablo de vida. La vida entendida como primer aliento. Todo lo que sentí, me hace valorar hasta que punto había vivido antes de ese momento. He respirado, he corrido, he reído a carcajadas, he llorado en el suelo, he saltado, he visto, he olido, he tocado, he sufrido, he querido, y nada me había hecho comprender la vida. Pasar de ser a estar, ese segundo que lo cambia todo para siempre. Asomar la cabeza, ver el mundo, oler por primera vez, mirar sin entender, oír sin comprender, sentir sin reservas. La vida por delante desde la primera bocanada de aire, desde el primer llanto sin amargura. Ayer entendí lo poco que valoramos la vida aquellos que estamos vivos, y la gran suerte que tenemos de poder formar parte de todo esto, sea cual sea el sentido, por el simple hecho de vivir. Hasta el día de ayer no supe lo que es llorar de felicidad sin matices, lo que es llorar sin pensar en el porqué. Lo que veía me impedía pensar y me hacía llorar. Ayer, ví nacer a Lucía, y ella sin saberlo, me vio nacer a mi. 

domingo, 16 de octubre de 2011

15-O. Marcha a Sol



Alegría y euforia. Miles de personas, hombres y mujeres, niños y ancianos. 951 ciudades en los cinco continentes. Un único mensaje saliendo de todas las bocas: “necesitamos un cambio global”.
Bajo un radiante sol otoñal, centenares de indignados, pasearon sus pancartas por las calles de Madrid. Se han acabado los gritos sordos, se ha acabado la desidia del sofá, ha llegado el momento de alzar la voz, ha llegado el momento de creer que el cambio es posible.

Durante el recorrido de la marcha, un cartel llamó mi atención por encima de todos los demás, “los derechos se conquistan” rezaba. Quise averiguar quién había detrás de aquel maravilloso lema. Lo que vi, llamó todavía más mi atención. Una chica joven, de no más de veinte años era la ideóloga.
Todo esto viene a lo siguiente. ¿No estamos los jóvenes demasiado acostumbrados a vivir bajo el resguardo de derechos conquistados por otros? ¿Ha llegado el momento de crear nuestra propia herencia?
Seguí este movimiento desde el principio, sobre todo por la energía que desprendía. Ahora lo sigo, porque creo firmemente en él.

Creo que estaremos perdidos si dejamos el poder en manos de gente a quien nada o poco importamos. Estaremos perdidos si nuestra única soberanía consiste en ir a las urnas una vez cada cuatro años. Estaremos muy perdidos si no reivindicamos aquello que consideramos nuestro.

En esta sociedad todo está pensado para que no pensemos. Quien no quiera verlo, está ciego. Sociedad capitalista, globalizada, en la que la mayor preocupación para algunos consiste en el apagón de Blackberry. Mientras que los tengamos entretenidos con la maquinita, todo estará controlado, pensarán.

Sin embargo, esa globalización que tanto aborrecemos algunos, bien mirada, no está tan mal. Esa globalización ha hecho posible, que aquel humilde movimiento del 15M, que nació en las calles de Madrid, ayer se hiciera mayor en la calles de medio mundo. Esas maquinitas que pretenden esclavizarnos, y convertirse en prolongación de nuestras propias manos, han sido una de las principales vías de movilización de ciudadanos. Los que intentan alienarnos, no deberían olvidarse de que el pueblo es inteligente. Es inteligente, pero estaba dormido. Ahora se despereza poco a poco. Despierta. Al menos eso es lo que vi yo ayer en Sol. Que tengan cuidado aquellos que se creen invencibles, solo tienen que darse un paseo por la historia. 

viernes, 7 de octubre de 2011

El triunfo de lo sencillo

La muerte rara vez avisa. Así lo entendía Steve Jobs, que hizo de su frase patentada “Sí vives pensando que hoy vas a morir, probablemente algún día lleves razón”, su religión. El mérito del gurú californiano no residía en su particular inspiración creadora para visionar sistemas operativos que no existían, sino más bien en su modo de estar en el mundo. 

Genio cercano, visionario, Einstein moderno, son algunos de los adjetivos que hemos podido leer y escuchar en todos los medios de comunicación desde que se conociera la noticia de la muerte de Steve Jobs en la madrugada del 6 de Octubre. Sin embargo, y sin despreciar ninguno de ellos, encuentro un nexo común entre todos ellos, y es la sencillez. La sencillez elevada a la máxima potencia. 

En sus creaciones, con los sistemas más intuitivos del mercado, en sus diseños, con las lineas más básicas, en su indumentaria, dejando atrás cualquier protocolo aplicable al gran hombre de negocios. De forma sencilla entendió también su vida, tal vez siempre fue consciente de la lucidez de su mente y de la gran confianza que se profesaba. El fue el que nos enseño que podíamos tener el mundo en nuestras manos, pero que ese mundo hay que saber verlo, y la vida hay que saber vivirla. No sabemos si cumplía con exactitud lo que nos contaba, al menos lo aparentaba, pero ya sabéis lo que se dice de los genios. Como se trata de elegir, yo prefiero quedarme con la figura del hombre moderno, que superó al tiempo que le tocó vivir, trasladándose al futuro, pero esa es sólo mi humilde visión de esta historia con temprano final.


 Jobs solía decir que todos las cosas que se hacen en la vida, son puntos que conectan en el pasado, porque mirando al futuro todo parece absurdo y podemos perdernos. Hoy ya no existe futuro para Steve Jobs, pero si miramos al pasado, todos sus puntos quedaron conectados, el mundo quedó conectado.  

martes, 21 de junio de 2011

Verano

El aleteo de los abanicos se confunde con el de los pájaros. El tomate cae a plomo sobre el pepino, la cebolla y el ajo, para que mientras son regados por el oro verde se vaya haciendo el caldo rojo. El cielo oscurece a la misma hora que niños con pistolas de agua juegan a ser soldados. La piel de las azoteas es quemada por el sol, mientras las gotas de agua se deslizan por cuerpos dorados tumbados bajo la luna. Turistas desembarcan en ciudades soñadas en noches de nieve, al mismo tiempo que sus maletas cambian de rumbo. Las puertas entreabiertas dejan pasar la suave brisa que trae consigo el olor a sal impregnado en sus poros. Las macetas se riegan al caer la tarde por manos que sueñan con hundirse en la arena. Las estrellas se presentan invisibles en los cielos olvidados huyendo en busca de otros azul intenso. Los niños chapotean en el cloro, mientras sus padres cabecean bajo las sombrillas de rayas. Hombres de hierro suben el Alpe d´Huez. Espectadores improvisados presencian conciertos de violín en avenidas de sombra. Las rodajas de sandía pasan de mano en mano en los domingos de paella. Los abuelos hablan de los cuentos con sus nietos, mientras sus padres pasean con un helado de limón entre las manos. Los espetos de sardinas se cocinan con aceite de coco embotellado. Los pies se separan del suelo y notas olvidadas en bolsillos secretos te devuelven la cabeza a la tierra. Hoy, la primavera le abre la puerta al verano. 

jueves, 26 de mayo de 2011

Un lirón de vacaciones

Hay hábitos contra los que luchamos toda la vida, y que sin éxito permanecen con nosotros día a día. Sin embargo, otros se esfuman sin saber por qué o dónde han ido. No sé ni las veces que he escuchado: “esta niña duerme como un lirón”, a lo largo de mi vida, sin embargo, el lirón debe haberse ido a otro lugar mejor, a un lugar desconocido, del que no sabe volver.

En estas noches interminables, en las que estar en la cama se convierte en una salvaje tortura, hay tiempo para todo, y entre esas cosas, también para pensar. Andaba yo en ese momento dulce de la duermevela cuando fui consciente del estado de la sociedad. La sociedad vive estos días en esa continúa duermevela, donde no nos abandonamos al placer de los sueños y donde la realidad queda cada más difuminada. Deambulamos sin pararnos, seguramente por miedo, a pensar qué es lo que realmente queremos, hasta que de pronto salta la chispa, llega el fuego, todo explota. Pero, ¿es esto suficiente?

La lucha colectiva, los gritos comunes, las miradas sin hablar entre los manifestantes, devuelven esa esperanza perdida, y por un momento parece que todo es posible, el cambio es posible si todos queremos pelear por él. Sin embargo, inmersos en esa esperanza colectiva, ¿no es hora de una revolución personal?
Autoexigencias que nos asfixian, metas que cada vez se dibujan más lejos, y la carga social, son el pan de cada día para una generación que lo ha recibido todo, que fue educada en la cultura del crecimiento y que impasible asiste al pinchazo de la pompa.

¿Qué sueños u objetivos son realmente propios? No nos damos cuenta (y generalizo) de que muchas de las cosas por las que luchamos a diario, tal vez no sean las que verdaderamente queremos. Vemos que el vecino de al lado tiene su casa en propiedad con una hipoteca asfixiante, y luchamos hasta la extenuación para conseguir esa carga, todos necesitamos un coche porque el transporte público “apesta”, en primordial se convierte también un trabajo exitoso, reconocido por todo tu ámbito social  y por supuesto todos necesitamos un hombro donde llorar.

Creo que la mayor crisis que sufre España está muy lejos de ser la de los mercados, aunque bien es cierto que está bien relacionada con ella. Nuestro mayor problema es que creíamos que esto era la panacea, que tener dos carreras, un máster o dos, idiomas, casa, perro y coche, era sinónimo de la felicidad más absoluta. Se nos ha olvidado cómo se disfruta comiendo pipas en un banco, la satisfacción de las pequeñas metas logradas, la incomparable sensación de sentir como la brisa primaveral golpea tu cara mientras charlas con unos amigos, en definitiva, se nos ha olvidado cómo lo sencillo es nuestro tesoro más preciado.

Alguien se ha encargado a consciencia de dejar los pespuntes firmes para que sea imposible descoserlos y liberarnos, tal vez se cosieron con las viejas “Singer” o tal vez sean producto de alguna máquina moderna, pero nos han hecho creer que no hay más opción que luchar por cosas que tal vez no queremos.
Deberíamos pensar qué es lo que de verdad ansiamos como individuos, dónde está la clave de nuestra insatisfacción, que si algo tiene que ver con nuestros superiores, no toda la culpa es suya, y si de verdad está tan mal volver a Torremolinos dejando a un lado las playas del Caribe.

Es una misión difícil la de sentarse a pensar qué es lo que uno quiere y realmente necesita. La parte positiva es que sólo te necesitas a ti mismo y el primer banco que te encuentres en tu calle. Sólo si empezamos a pensar en un futuro individual podremos conseguir uno común, pero para eso tenemos que saber cuáles son nuestras verdaderas necesidades como seres humanos.

jueves, 19 de mayo de 2011

Refléxiones





domingo, 8 de mayo de 2011

El alemán



El miércoles pasado, día de resaca futbolística, me hallé en una situación tan sorprendente como conmovedora. Después de mi correspondiente clase de inglés matutina, y tras haber pasado por el agua que nos revive cada mañana e ingerido ese cruasán con mantequilla sin el que ya no puedo vivir, me puse en marcha para intentar encontrar ese libro de inglés perfecto en su forma y contenido, que me permitirá por fin acreditar mis conocimientos.

Al llegar a la librería, y tras subir las escaleras siguiendo el cartel “libros de idiomas arriba”, me encontré una situación que para mi fue reveladora.

Un hombre menudo, de unos ochenta años, no menos, se debatía entre unos cuantos libros. No tendría mayor transcendencia la situación si no fuera porque todos aquellos libros eran de iniciación al alemán. El entrañable señor le preguntaba a la chica de la tienda cuál sería mejor para él, cuando entré yo en escena, para desgracia del señor que fue abandonado a su suerte ante tan crucial decisión.

Mientras yo recibía los consejos pertinentes sobre mis manuales, mi alma curiosa me llevó a escuchar cómo la señora de chaquetita roja que acompañaba al señor entrañable, le insistía y presionaba para que escogiera rápido, “coge este mismo, el de la cubierta verde”. Sin embargo, él no estaba seguro sobre cuál de aquellos libros, llenos de palabras imposibles, le haría avanzar más en su propósito.
Ya imagino lo que pasaría por la cabeza de la compañera de aquel señor, que sin equivocarme, habría permanecido a su lado más de cincuenta primaveras: “ahora le ha dado por el alemán, y yo sin comprar las berenjenas para las lentejas, y a estas horas…”.

Las mismas escaleras me devolvieron de nuevo a la bulliciosa calle Gaztambide, que rozando ya el medio día, era un hervidero de gente sin rumbo.
Yo, abrazada a mi futuro, materializado en un libro de 600 páginas, tuve por un momento claro el camino. Nunca es tarde para nada, sólo y únicamente, hay que tener ganas de intentarlo. Mientras, el viejecito continuaba al refugio de la sabiduría, en la vieja librería de la calle Gaztambide, sin saber qué libro sería mejor para pronunciar sus primeras palabras en alemán a sus ochenta años.

domingo, 1 de mayo de 2011

¿Por qué lo llamamos fútbol cuando queremos decir...?

Andaba yo por el puente de Londres, en un día de perros para no peder costumbre, cuando en mi teléfono sonó un mensaje que decía: “si el Madrid y el Barça, pasan a semifinales de Champions, se cruzarán”. La primera reacción fue poco ortodoxa, ¡qué fuerte! Después, con tiempo de reflexión mediante, y como consumidora feroz de fútbol, pensé que sería una buenísima oportunidad para ver a los dos grandes en acción, midiendo sus fuerzas hasta el extremo, y para disfrutar de este gran espectáculo al que llamamos fútbol.

Sin embargo, y a falta de que el próximo martes por fin culminen los cuatro malditos clásicos, en un día tan señalado como hoy, sólo se me ocurre decir que esto se ha salido de madre.

¿Le importa de verdad a alguien el fútbol a estas alturas? ¿Nos ciegan los colores y conseguir la victoria a cualquier precio? ¿Está justificada la agresividad en el deporte?

En el tercero de los clásicos (me centraré en este por más polémico), contemplé una escena atónita, que por “normal” no ha sido valorada en ningún medio de comunicación. Debido a la pelea de gallos que se generó en el tiempo muerto, el túnel de vestuarios del Santiago Bernabéu estaba atestado de policía nacional. Apenas se vislumbraban jugadores entre la marea de agentes que impedían que los jugadores se lanzaran al cuello del contrario, se escupieran, o se maldijeran de por vida. Esperpéntica escena en lo que se supone que es el plato fuerte del deporte español, por la pasta que mueve (para que obviarlo) y sobre todo por las pasiones que despierta. Para mí, del todo incomprensible, que un grupo de gente que ama lo que hace, cobra millonadas por ello, y son alabados por medio mundo, se permitan el lujo de ser separados por la policía nacional, como barriobajeros, porque no saben controlar sus impulsos. Niños de todo el mundo vieron en la pantalla cómo sus ídolos se insultaban, se revolcaban y se citaban fuera, lecciones de fútbol aprendieron pocas.

El último de los asaltos, sin ser el definitivo, también nos dejó violencia verbal. ¿Por qué ir de tapado, cuando se puede ir de destapado y decir lo que uno piensa? Aún me sorprende que amigos míos defiendan al señor Mouriño, y después de la rueda de prensa que se marcó en el postpartido de Champions, todavía más. A los que argumentan que si bien es un poco smug, es muy buen entrenador, os diré que, salir en el Bernabéu a mantener el 0-0 con el que arranca el marcador, va en contra de cualquier principio futbolístico, en los que la victoria la marca la diferencia de goles. Con más razón en una eliminatoria de ida y vuelta, en tu casa, con tu afición y con una plantilla para construir tres equipos notables. A aquellos que aunque de manera incomprensible valoráis la sinceridad del técnico portugués, que sin dobleces ni falsa humildad, hace frente a todo, con la “verdad” por delante, os diré que acusar al máximo rival de conseguir sus victorias por patrocinar a un organismo de la ONU en su camiseta, es cuanto menos, poco ético. No valoro su sinceridad, porque no lo sé (lo mismo tiene razón, pero de eso se encargará la UEFA, que valorará entre otros muchas cosas, que tiene que ver UNICEF en las victorias del Barcelona) pero lo que no tiene es base ética.

Mouriño, dueño y señor de la entidad blanca, está dispuesto a todo por la victoria, pero se conforma con un 0-0 en su campo, curioso.

Para terminar, hay otra cosa que ronda en mi cabeza, por su gravedad e importancia. Cuando se produce la archiconocida entrada a Alves, si bien nadie sabía, como árbitros que no somos ninguno, de qué color debería ser la tarjeta (más amarilla que roja en mi opinión), de lo que no había duda, era de que había existido un contacto entre ambos. ¿Cuál es mi sorpresa al llegar a casa unas horas después? Misteriosamente en un video difundido por varias televisiones nacionales, no existe tal contacto. ¿Me castigaron mis ojos en el directo por ver tanto fútbol? Es para plantearse hasta dónde se puede llegar por secundar la palabra de Dios. Esto es muy serio, pensadlo.

En resumen, si estamos dispuestos a creernos todo, a aceptar todo, a admitir todo (balonazo de Messi a la grada del Bernabéu, como otras muchas cosas inadmisibles), nos estaremos perdiendo en nuestro ego, en nuestro afán de ser los mejores sólo por nuestros colores, en el triunfo por el triunfo y no en cómo conseguí ese triunfo y por qué será recordado. Sinceramente, me aventuraré a decir, que me da igual como acabe esta serie de clásicos, sólo quiero que acabe. Odio la violencia, sea del color que sea, verbal o física, me juegue lo que me juegue.

lunes, 21 de marzo de 2011

La verdad absoluta




No fueron muchas las cosas que dejaron poso en mí. Sin embargo de mis años en la facultad de Derecho, dos cosas quedaron claras en mi cabeza y más que eso, se convirtieron en mi propio estilo de vida. La primera de ellas, la aprendí de Javier Pérez Royo, “mi libertad acaba donde empieza la del otro” dijo. Qué verdad tan absoluta, y tan poco practicada. La segunda cosa que aprendí, y aún menos usada que la anterior, es la capacidad de razonar, discernir o en definitiva simplemente pensar (interpretar la norma).

Todo esto viene a lo siguiente. Últimamente encuentro a mucha gente, tanto cercanas como en los medios de comunicación, que hacen de la palabra su sentencia particular. Mis leves conocimientos del derecho me llevan a afirmar, que para llegar a una sentencia, se pasa por un largo proceso, en el que entre otras cosas, se aportan pruebas y las leyes son interpretadas (o debieran ser interpretadas). Extrapolando esto al campo que en la actualidad me ocupa, no puedo evitar cuestionarme, ¿por qué no creemos todo lo que nos dicen?

Yo no sé vosotros, pero yo, y siempre en relación a mis colores, mis preferencias o mi tendencia política, corro en busca de información a los medios que regalen mis oídos con artículos o piezas que sean de mi agrado. Derecha o izquierda, Madrid o Barça, verano o invierno, carne o pescado, playa o montaña. Estamos divididos, hay que aceptarlo, pero dónde está nuestra capacidad de raciocinio, por qué consideramos verdades absolutas cosas que aún no están demostradas o que nuestros propios ojos no ven.

Como no podía ser de otra forma, el trasfondo de este artículo es futbolístico. Mis manos ya quisieron escribir en el polémico partido entre el Barcelona y el Arsenal, pero finalmente no quise mojarme. Las acusaciones de dopaje vertidas en los últimos días, han hecho que no pueda hacer otra cosa que hablar.
Este año y más que nunca, la rivalidad entre Madrid y Barça, ciega al espectador. La guerra es a tumba abierta, y todo esto poco tiene que ver con el fútbol en realidad. Directivas, estudios de mercado (las ventas de camisetas desequilibran la balanza), medios de comunicación afines a ambos clubes con su cruzada particular, poco tiene esto que ver con el olor a hierba y a puro que cada noche de sábado se respira en los campos de fútbol.

Que el Barça está cuestionado es un hecho. Parece ser que los planetas se alinean cada fin de semana para que todo les favorezca, hasta en Europa árbitros despiadados masacran al rival sin piedad, hasta que los azulgranas salen victoriosos (aún no logro entender cómo se pretende ganar un partido sin tirar ni una vez a puerta). Pero acusar de dopaje a unos jugadores que entre otras cosas, y algunos de ellos, nos hicieron a todos campeones del mundo, se sale de madre. ¿De dónde viene esa información? ¿Está contrastada? Aseguro que sí lo que ven mis ojos cada vez que el Barça coge el balón, es el resultado de sustancias prohibidas, y no fruto de una idea romántica de juego, seré yo la primera decepcionada y la primera en criticarlo y sentenciar. Pero por el momento a mi cabeza sólo viene otro conocimiento legal, y que no es otro que la presunción de inocencia ante a lo que por el momento sólo son calumnias.


Sólo utilizando la capacidad de razonar, que está por encima de creencias, tendencias o colores, nos diferenciaremos de los animales (y esto todos lo aprendimos siendo muy pequeños) y podremos evitar leer cosas como lo que querría no haber leído en una red social por parte de una mala persona: “Y lo de Abidal…seguro que es de tanto dopaje, que se jodan los putos catalanes”.

A mi amigo Guillermo, que siempre me ayuda a pensar.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Las ventanas de Nueva York

No sabría decir un porcentaje exacto de personas que a la pregunta, ¿cuál es tu ciudad preferida en el mundo? Responderían Nueva York. Pero debe ser alto. Y lo cierto es, que si bien, hay razones de peso para que esto sea así, hay pluralidad de ciudades en el mundo que ofrecen las mismas opciones que NY, entonces ¿por qué es especial?

Hace unos días, charlaba con unos amigos y de un tema a otro, apareció Nueva York como escenario de nuestra conversación. Una amiga me decía la suerte que tuve de poder vivir la experiencia de vivir allí durante un tiempo de mi vida. A veces tienes tan interiorizadas tus experiencias que no las valoras lo suficiente, suele ocurrir con todo lo que tenemos afianzado en nuestra vida. Pues bien, aprovechando esa experiencia vital, he decidido hablar de mi visión sobre Nueva York, basándome en las notas de mi Moleskine y en los recuerdos imborrables de mi memoria.

Esto es NY para mí:

La llegada fue triunfal, no podía haber escogido mejor día para tomar tierra que el 4 de julio, día de la independencia norteamericana. Desde el taxi que me trasladó del JFK a mi alojamiento, pude ver cómo sobre el río Hudson se fundían los fuegos artificiales que conmemoraban tan preciado día.
Recuerdo que aquella noche estaba desbordada, no sabía dónde dirigir mi mirada, no quería pederme ningún detalle. La temperatura era perfecta, ni rastro del conocido calor insoportable del verano neoyorkino.

Al día siguiente "la city" esperaba, así fue como la recién llegada y su primera amiga en la cuidad, Patri, se pusieron en marcha para poder comprobar que edificios como el ESB o el Flatiron existían más allá de las fotografías. Todo deslumbra, aunque mucha culpa de ello la tenga la curiosidad por descubrir cada rincón, lo cierto es que Nueva York tiene una atmósfera distinta. Recuerdo aquel día interminable, de la 96th a la zona habitada en otra época por las Torres Gemelas.



Después del día uno y dos, llegaron más días en los que la mitad de mi tiempo transcurría en interminables clases de inglés en el East Village, esperando la hora de volver a las calles y descubrir un nuevo momento para la memoria. Recuerdo que un día en el metro de camino a clase, en un giro inesperado del vagón caí sobre un señor que leía placidamente, inmediatamente pensé: ¡Qué vergüenza!, pero este pensamiento se disipó tan rápido como mi mente digirió dónde estaba, y el hecho de que probablemente nadie había reparado en la pobre europea torpe (es maravillosa).

Creo que Nueva York es la cuidad anónima por excelencia, aunque siempre encuentras alguien con quien compartir tu tiempo. Es una ciudad en la que todo es posible, si tú tienes la ilusión y la energía para que las cosas sucedan. Es vibrante si aportas tu dosis de locura (hay que saber jugar con la cuidad).

En mi cuaderno de bitácora de aquel viaje hay dos escritos que creo simbolizan lo que para mí fue y qué es Nueva York en sí misma:

“El verano que estuve en NY comprendí las distintas formas que hay de ver la cosas. Creemos constantemente que tenemos la verdad, y no solo la verdad, sino que nuestra forma de ver las cosas es la mejor, no solo la verdadera. El verano que estuve en NY volví a mirar por la ventana, esta vez lejos de otras que me vieron mirar, y volví a escuchar canciones que me han acompañado durante toda mi existencia. El verano que estuve en NY volví a sentir sensaciones que creía perdidas, que sentía lejos. El verano que estuve en NY volví a dormir en Harlem. El verano que estuve en NY volví a llorar de felicidad. Ese verano la gente me sonreía por la calle, lo que demostraba, que no es solo una ciudad viva porque no duerme, sino porque las personas que la habitan, saben sonreír y ver a otras personas. El verano que estuve en NY, quedaban 20 días para volver, cuando me quise quedar para siempre y que el tiempo no pasara”

Un día mientras escribía en un tranquilo café, entre mis notas hay lo siguiente: “Se ha acercado un señor a mi, un loco soñador neoyorquino, y se ha sentado en mi mesa, sin decir nada. Está enfrente de mí, con su café, pero no me mira, creo que solo necesita compañía. Tal vez se haya acercado a mí, porque ha notado que también estoy sola, y no como el resto de las personas de este café, sino porque hoy me siento sola. Cuando tose me pide perdón. Se ha dormido”.

Todo esto, y algunos otros secretos inconfesables, resumen lo que para mi fue mi tiempo en NY. Recuerdo la ciudad en compañía, la de mucha gente maravillosa, que encontré por el camino y me acompañó. Pero también recuerdo la cuidad sola, mis largos paseos con mi música como banda sonora, mi última semana en la que aproveché cada instante libre, para despedirme de mis lugares preferidos, y mis mañanas disfrutando del intenso sol en Central Park. 

Por todo esto, para mí es especial la ciudad de los perritos calientes y los Pretzel, ¿Y para tí? ¿Por qué es especial?

Gracias a Patri, Nacho, Claudia, Inés, Lucia, Fabian, Sophia, Martin, Dario, Jaebin, MJ, Anibal, Fabrizzio y muchos más por todos los momentos vividos.

jueves, 13 de enero de 2011

Pero... ¿quién es Xosé Mourinho?

La respuesta impulsiva nos haría contestar que Mourinho es el mejor entrenador de 2010, tal y como hace unos días quedaba certificado en la entrega de los Oscar del fútbol. Así es, el portugués se coronaba después de una espléndida temporada con el Inter de Milán. Su labor como técnico le valió el triplete y en la misma gala, uno de sus pupilos, Sneijder, nos hizo emocionarnos con sus palabras hacia el que según el holandés, le devolvió la fe en el deporte.
Hasta aquí todo va bien, pero…¿quién es Xosé Mourinho? Fuera de duda su labor como entrenador, ya que su carrera está marcada por grandes éxitos, sin embargo no entiendo por qué este señor se empeña en reafirmarse a cada paso, a cada orden. Pero si bien él puede hacer lo que le venga en gana, no entiendo por qué la gente lo alaba, y me explico.
Xosé Mourinho pertenece a esa categoría de entrenadores a los que podíamos llamar “entrenadores estrella”, todo lo que hacen se convierte en noticia, sus aspavientos, sus salidas de tono, sus desprecios a la prensa,  todo carece de importancia porque al fin y al cabo da titulares, que es la carne de la que se alimenta el periodista. Sin embargo en nuestra mano está también la labor crítica, también tenemos la posibilidad de parar los pies a gente como Mourinho que desprecia a diestro y siniestro.
Desde que este señor llegara a la Liga Española, sus encontronazos con los entrenadores de primera división son continuos, sus diferencias con directivos de su propio club también, y si bien por ahora todo va bien (los resultados acompañan), tanta prepotencia puede costarle cara al portugués. La soberbia es la peor de las aliadas cuando el camino se tuerce, Dios no lo quiera Mourinho.
En la pasada jornada de liga, tuvimos otro ejemplo marca de la casa, el titular podría ser algo como: “Mourinho en estado puro” (Siempre da titulares). En el ecuador de la segunda parte del Real Madrid- Villarreal, y cuando el anfitrión marcaba el definitivo 4-2, el luso se dirigió al área técnica de un Antonio Garrido expulsado, invitando al público merengue a subir al cielo. Mi desconocimiento me hace dudar si esto es digno de sanción, hasta donde yo sé el área técnica del rival es sagrada, agradecería que algún entendido me sacara de mi ignorancia. En la posterior rueda de prensa, el mister argumentaba que su hijo se encontraba en la gradería y que solo quiso compartir esa gloriosa victoria (merecida es cierto) con él. Al mejor entrenador de 2010 se le olvida que en el campo no hay familia que valga y que el respeto al contrario se convierte en una máxima. De esta manera, lo que fue según él un momento familiar, se convirtió en un mal ejemplo para su propio hijo.
Si el fútbol nunca fue el deporte de caballeros que se le supone a otros deportes, como el tenis, desde que Xosé Mourinho aterrizó en España para convertirse en el entrenador del Real Madrid, aún lo es menos.
Dedicado a todos mis amigos del Real Madrid. No soy madridista, pero si respeto a este equipo como un grande de nuestro fútbol, como un club con historia y clase, y francamente creo que no se merece a un tipo como este entre sus filas.