lunes, 21 de marzo de 2011

La verdad absoluta




No fueron muchas las cosas que dejaron poso en mí. Sin embargo de mis años en la facultad de Derecho, dos cosas quedaron claras en mi cabeza y más que eso, se convirtieron en mi propio estilo de vida. La primera de ellas, la aprendí de Javier Pérez Royo, “mi libertad acaba donde empieza la del otro” dijo. Qué verdad tan absoluta, y tan poco practicada. La segunda cosa que aprendí, y aún menos usada que la anterior, es la capacidad de razonar, discernir o en definitiva simplemente pensar (interpretar la norma).

Todo esto viene a lo siguiente. Últimamente encuentro a mucha gente, tanto cercanas como en los medios de comunicación, que hacen de la palabra su sentencia particular. Mis leves conocimientos del derecho me llevan a afirmar, que para llegar a una sentencia, se pasa por un largo proceso, en el que entre otras cosas, se aportan pruebas y las leyes son interpretadas (o debieran ser interpretadas). Extrapolando esto al campo que en la actualidad me ocupa, no puedo evitar cuestionarme, ¿por qué no creemos todo lo que nos dicen?

Yo no sé vosotros, pero yo, y siempre en relación a mis colores, mis preferencias o mi tendencia política, corro en busca de información a los medios que regalen mis oídos con artículos o piezas que sean de mi agrado. Derecha o izquierda, Madrid o Barça, verano o invierno, carne o pescado, playa o montaña. Estamos divididos, hay que aceptarlo, pero dónde está nuestra capacidad de raciocinio, por qué consideramos verdades absolutas cosas que aún no están demostradas o que nuestros propios ojos no ven.

Como no podía ser de otra forma, el trasfondo de este artículo es futbolístico. Mis manos ya quisieron escribir en el polémico partido entre el Barcelona y el Arsenal, pero finalmente no quise mojarme. Las acusaciones de dopaje vertidas en los últimos días, han hecho que no pueda hacer otra cosa que hablar.
Este año y más que nunca, la rivalidad entre Madrid y Barça, ciega al espectador. La guerra es a tumba abierta, y todo esto poco tiene que ver con el fútbol en realidad. Directivas, estudios de mercado (las ventas de camisetas desequilibran la balanza), medios de comunicación afines a ambos clubes con su cruzada particular, poco tiene esto que ver con el olor a hierba y a puro que cada noche de sábado se respira en los campos de fútbol.

Que el Barça está cuestionado es un hecho. Parece ser que los planetas se alinean cada fin de semana para que todo les favorezca, hasta en Europa árbitros despiadados masacran al rival sin piedad, hasta que los azulgranas salen victoriosos (aún no logro entender cómo se pretende ganar un partido sin tirar ni una vez a puerta). Pero acusar de dopaje a unos jugadores que entre otras cosas, y algunos de ellos, nos hicieron a todos campeones del mundo, se sale de madre. ¿De dónde viene esa información? ¿Está contrastada? Aseguro que sí lo que ven mis ojos cada vez que el Barça coge el balón, es el resultado de sustancias prohibidas, y no fruto de una idea romántica de juego, seré yo la primera decepcionada y la primera en criticarlo y sentenciar. Pero por el momento a mi cabeza sólo viene otro conocimiento legal, y que no es otro que la presunción de inocencia ante a lo que por el momento sólo son calumnias.


Sólo utilizando la capacidad de razonar, que está por encima de creencias, tendencias o colores, nos diferenciaremos de los animales (y esto todos lo aprendimos siendo muy pequeños) y podremos evitar leer cosas como lo que querría no haber leído en una red social por parte de una mala persona: “Y lo de Abidal…seguro que es de tanto dopaje, que se jodan los putos catalanes”.

A mi amigo Guillermo, que siempre me ayuda a pensar.